La parte más difícil de comenzar a escribir no es pensar en
que escribo, porque en realidad son muchas las ideas e historias que pasan por
mi mente, lo complejo es intentar darme a entender, acomodar y aclarar la
cantidad de garabatos y pensamientos que guardo en mi cabeza, muchas veces soy
mejor expresándome en primera persona pero cuando se incrementa el número de oyentes
la cosa cambia por completo.
La verdad aun no comprendo la raíz del porque si al hacer bromas o socializar me desenvuelvo fácilmente, pero cuando se trata de temas cruciales o alguna especie de formalismo, los nervios me matan y la ansiedad comienza por las manos, los tics nerviosos, gestos inconscientes y repetitivos, que aumentan en compañía con mi ritmo cardíaco.
La verdad aun no comprendo la raíz del porque si al hacer bromas o socializar me desenvuelvo fácilmente, pero cuando se trata de temas cruciales o alguna especie de formalismo, los nervios me matan y la ansiedad comienza por las manos, los tics nerviosos, gestos inconscientes y repetitivos, que aumentan en compañía con mi ritmo cardíaco.
Es confuso el que un tema tan absurdo tomara tanta fuerza en
mí, lo bueno de todo esto es que he logrado mejorar de diferentes formas, una
de las maneras de vencerlo ha sido hablar del tema, enfrentarlo y confrontar
para lograr superar esa gran barrera del pánico escénico, porque además sé que
no soy la única que lo experimenta, hay casos más leves o más severos.
Hace unos meses estaba viendo un programa en la televisión que
trataba sobre terapias y tratamientos para los tartamudos, ellos solos intentan
lograr sobrellevar con esta discapacidad, con el uso de sinónimos, frases
concisas y gestos los cuales representen de forma rápida el mensaje al
comunicarse con otros, por lo que eran maneras para evadir el problema y
aparentar comunicar lo que no pueden con su voz.
En el caso de los
tratamientos utilizaban otras herramientas como ejercicios de respiración, el
uso de pausas y división de silabas, y los empleaban con el uso de un fajón
en el pecho, para lograr una mejor respiración y una postura correcta, en otras
palabras les daban la posibilidad de volver a aprender a hablar como si fuesen niños,
lo que más me llamo la atención es que el charlista y tutor también fue
tartamudo, logro superar su discapacidad a lo largo del tiempo, con mucha
paciencia y dedicación.
De igual forma me identifique con este relato, porque a
pesar de no tener un caso tan grave, estoy consciente de que tengo ciertos
impedimentos y dificultad en esto, por lo que me encantaría ser de ejemplo y
ayuda para los que experimentan este fenómeno.
Uno de las herramientas que me ha ayudado son las exposiciones
universitarias que tengo casi semanales, en un inicio me enredaba, leía todo y ni
siquiera lo leía bien, movía mucho las manos, recalcaba, redundaba, y en
algunas ocasiones se me salía una que otra risa nerviosa, pero con la practica
he mejorado, ahora mi voz no titubea tanto.
Cuando expongo
procuro alzar más la voz, pararme derecha, moverme si es posible para
interactuar con el espectador y no permanecer en un solo lugar o con una postura fija, respirar profundo, hacer las pautas
adecuadas para no correr y exponer de manera fluida y segura.
Además intento cambiar la mirada cada cierto tiempo para
refrescar la vista, poder analizar las reacciones y la respuesta del público
con sus expresiones corporales y contacto visual.
Por ejemplo uno de los experimentos que realizo con
frecuencia es el de la ley de los diez segundos mínimos, este consiste en
entablar una secuencia de gestos, palabras o miradas y luego esperar la
respuesta del receptor, es un ejercicio psicológico que sirve para darte cuenta
si te están poniendo atención, captando tus ideas y recibiendo el mensaje de
manera satisfactoria y adecuada, si es así inconscientemente el receptor repetirá
palabras, la secuencia o patrón de gestos que le enviaste en un intervalo mínimo
de diez segundos posteriores.
En el bus es donde suelo realizarlo casi a diario, procuro
sentarme a observar a alguien unos pocos segundos, y que se yo rascarme la cabeza o cruzar los brazos,
contar los diez segundos y ver si la persona se rasca la cabeza o cruza los
brazos también, en realidad es un ejercicio simple, absurdo, divertido pero real, se ha convertido en uno
de mis hábitos, me parece curioso y fascinante ver las diferentes reacciones de
cada persona, por medio de impulsos y mensajes casi automáticos que recibimos y
enviamos.
Creo que la parte más interesante de todo esto, es que desde
que inicie no he hecho más que exponerme ante ustedes sin dudarlo más, tirando
mis pensamientos al aire sin filtrarlos y sin esperar nada a cambio simplemente
la satisfacción de escribirlos en papel, con eso me basta y me sobra, ¿para que
más?...